viernes, 3 de febrero de 2017

Seguir es necesario

Llevo algún tiempo pensando que seguir con el Blog es necesario, y no lo hoy a retrasar ni un día más.
Mucho ha llovido desde la entrada anterior, pero para no ser muy pesada, empezaré contándoos en lo que estamos y poco a poco os hablaré de la lecturas que más nos han gustado en este tiempo ausente.

La lectura en la que estamos inmersos es "El cuarzo rojo de Salamanca" de Luciano G. Egido, y nos reuniremos el próximo 21 de febrero, martes, a las 18:00 horas, en la Sala de Lectura de la Biblioteca.

Luciano Egido (Salamanca, 1928) se doctoró en filosofía y letras en la Universidad de Salamanca con una tesis sobre Gracián y fue profesor hasta que el franquismo le impidió continuar dando clases. Trabajó también como crítico cinematográfico y cineasta. Antes de iniciar su carrera como novelista, había cultivado el periodismo literario y el ensayo, con diversos trabajos dedicados a la figura de Unamuno, como Agonizar en Salamanca (Tiempo de Memoria 60). Como narrador, es dueño de una prosa inconfundible que le ha convertido en un autor de culto de la literatura actual en lengua española y que le ha valido diversos galardones, entre ellos el Premio Castilla y León de las Letras 2004 por el conjunto de su obra. Además de su volumen de relatos Cuentos del Lejano Oeste, Tusquets Editores ha publicado, en esta misma colección, cinco novelas: El cuarzo rojo de Salamanca, Premio Miguel Delibes 1993, El corazón inmóvil, Premio Nacional de la Crítica 1995, La fatiga del sol, El amor, la inocencia y otros excesos y La piel del tiempo, Premio de la Crítica deCastilla y León 2003.


Entre los escombros que los ejércitos franceses e ingleses van dejando durante los años de las devastadoras invasiones extranjeras a principios del siglo XIX, en medio del odio y el miedo, un joven, «instalado en el gusto de la nada» y en la espiral de locura que degrada toda creencia y esperanza, se une a los lanceros que luchan por la independencia. Pero esta lucha es también contra el padre, un afrancesado que en vano intenta inculcarle sus conocimientos foráneos, y, sobre todo, contra su maldito e irrefrenable amor incestuoso por Manuela, esa hermana infiel y desleal que traiciona apasionadamente a todos entre los brazos del enemigo : «No tenía otra cosa que hacer (…) que seguir amando a Manuela en la distancia y hacerme matar en el anónimo decorado de una aventura sin gloria». Así, en esta doble lucha interior y colectiva, las dos por una independencia que en aquellos días turbulentos y confusos parece inalcanzable, intenta el joven sobrevivir a la desesperación «para que vivir no sea sólo odiar».


No hay comentarios: